domingo, 3 de febrero de 2013

Mi Patrimonio

Alguien dijo que el político se preocupa de las próximas elecciones y el hombre de estado de la próxima generación; el hombre de partido de satisfacer, como mucho, a medio país, y el gobernante a toda la patria.

Cuantas veces caemos en los problemas que nos trae el corto plazo y no pensamos que lo mejor está en el largo. Es como cuando nos planteamos la educación de nuestros hijos, siendo firmes en los planteamientos y no dejando un poco de “rienda suelta”.

Cuantas veces olvidamos la importancia de la comunicación y no nos damos cuenta de que es un canal para conectarnos con los distintos niveles con los que nos relacionamos, incluidos los hijos.

Y esto ocurre porque en gran medida las personas estamos distraídas, desconectadas o desinteresadas por lo que pasa o se dice a nuestro alrededor. Y nos olvidamos de que la mejor manera de avanzar es hacerlo en equipo, buscando sinergias.

Debemos buscar en nuestro alrededor si en nuestra familia, si en nuestro grupo de amigos, si con nuestros compañeros de trabajo existe o no sinergia. De esta manera nos daremos cuenta de si avanzamos solos o lo estamos haciendo en compañía de quienes nos relacionamos. Y así descubriremos si conocemos realmente a las personas que nos rodean, poniendo especial énfasis en nuestra familia, donde muchas veces encontramos comportamientos distintos “fuera de casa que dentro”.

Y he encontrado un ejemplo de todo esto que estoy diciendo: es Tomás Moro que demostró ser un hombre auténtico, coherente, sensato y maduro, incluso estando reo en la Torre de Londres, no perdiendo nunca el sentido del humor. Este es uno de los escritos suyos:

   “Dame, Señor, una buena digestión y
también algo que digerir.
   Dame salud del cuerpo y, con ella,
el sentido común necesario para conservarla lo mejor posible.
   Dame un alma santa, Señor,
que mantenga ante mis ojos todo lo que es bueno y puro,
para que a la vista del pecado no me turbe,
sino que sepa encontrar los medios
para poner orden en todas las cosas.
   Dame un alma ajena al tedio,
que no conozca refunfuños ni suspiros, ni lamentos.
Y no permitas que esta casa que se llama “YO”,
y que siempre tiende a dilatarse, me preocupe demasiado.
   Dame, Señor, sentido del humor.
   Dame la gracia de comprender una broma,
para lograr un poco de felicidad en esta vida
y saber regalarla a los demás”.

Nacho y Guille

Nacho y Guille
Mi gran pasión