De lo que se trata es de elegir ser
feliz en cada momento de nuestras vidas. Decidir sobre lo contrario
es darnos por vencidos, de las elecciones que hagamos va a depender
de que las experiencias de la vida sean más o menos interesantes, más
o menos estimulantes, más o menos divertidas.
Para conseguir la meta de la felicidad
tenemos que ver cuáles son las cosas y personas que crean conflictos
y decidir qué esfuerzos mentales hacen falta que hacen que esas
cosas y personas actúen de forma positiva hacia nosotros.
Tenemos que desprendernos de los miedos
de contar con la aprobación de los demás. Nos sentimos bien cuando
observamos reacciones positivas en ellos. Pero ya está, a partir de
ahí debemos hacer las cosas por nosotros mismos y por los que de
verdad esperan más de nosotros, es decir, nuestro círculo más
cercano e íntimo. Nos tenemos que deshacer de la necesidad de la
aprobación de todos.
Pensar en términos sociológicos ayuda
a desenmascarar los miedos por los que atravesamos en nuestras vidas
pensando en agradar a todos. En estos términos hay que saber que la
regla del grupo se cumple de manera recurrente y donde podemos
observar que un porcentaje estará de acuerdo con nosotros, que otro
porcentaje estará en contra y que otros tantos se mostrarán
indiferentes.
Así y todo lo que debes ser es ser tu
mejor amigo de tal forma que te ayudará a ser mejor contigo en tus
valoraciones, escogiendo tu propio camino y buscando tu propia meta,
haciéndolo con los demás: “si vienes, por ejemplo a las cuatro
de la tarde, comenzaré a ser feliz desde las tres”.
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